Bloquear Emociones. Estilo Supresor

Es curioso que uno de los procesos internos más naturales que existen, como es experimentar emociones, se pueda llegar a convertir en un auténtico problema, bien sea por exceso en cantidad o duración, o por defecto.  

Y al tratar de entenderlo, lo primero que resulta difícil es comprender cómo puede ser que algo que viene de serie y cuyas funciones, bien definidas por cierto, apuntan a un claro efecto adaptativo en el Ser Humano en el que facilitan que podamos vivir superando las relaciones vegetales, es decir, que podamos “emocionarnos”, enfadarnos si algo es contrario a nuestra forma de entender, asquearnos si detectamos que algo es nocivo para nuestro cuerpo, entristecernos si algo afecta a nuestro vínculo o sentido vital, alegrarnos si detectamos más vinculación o satisfacción en algún ámbito importante para nosotros, vergüenza si nos sentimos evaluados íntimamente, sintiendo miedo si detectamos amenazas… 

Ya se superó tiempo atrás la clasificación entre emociones buenas y malas y se concluyó que todas son positivas porque aportan adaptación en una u otra medida. Somos nosotros quienes nos proporcionamos bienestar o malestar con muchas de ellas y sería importante que vayamos aprendiendo cuál es el mecanismo desafortunado que usamos para torturarnos y sufrir crónicamente en muchos casos. 

El segundo aspecto crucial es que unido a esas funciones de base, las emociones están preconfiguradas para ayudarnos a generar acciones, comportamientos coherentes con lo sentido y que nos ayuden a progresar o protegernos o vincularnos o cuidarnos, etc. por ejemplo, si ante algo siento asco, parece apropiado mantenerlo fuera de nuestro organismo; si siento miedo, protegernos de alguna manera huyendo, luchando o camuflándonos; si siento tristeza apelar a mi sensibilidad, etc. 

Ante estas evidencias, tratar de suprimir lo que sientes es uno de los mayores errores aprendidos a lo largo del tiempo, a lo largo de muchas experiencias vividas en el ámbito de la familia, ejercidas y entrenadas después en muchos ambientes o incluso en el día a día. Las razones son claras, es ir contra natura, desperdiciar la posibilidad de vivirlas, entenderlas e interpretarlas convenientemente. 

 

Especialmente en tu círculo íntimo: 

 

  • Trata de reivindicar tu derecho a expresar cómo te sientes, sea cual sea la emoción que experimentas. 
  • No te juzgues por sentir tal o cual emoción. 
  • No quieras sustituirla de manera artificial y a tu conveniencia. 
  • Acepta esa emoción tal cual. 
  • Aunque los demás lo hagan, evita asociarle etiquetas sociales injustificadas, como debilidad o fortaleza. 
  • Aprende el significado que pueden tener en tu caso y la acción más apropiada y coherente con lo que sientes. 
  • Y no trates de suprimirlas nunca. 
  • De paso ayuda a los demás a expresarlas y compartirlas. 

El estilo supresor emocional está asociado a muchos de los problemas relacionados con estrés crónico donde la persona siente y padece en silencio e incluso interpretando de manera inadecuada y buscando fuera lo que muchas veces está más relacionado con su forma de enfrentarse, con sus miedos no reconocidos, preocupaciones no compartidas, sufrimientos emocionales no identificados… con emociones que cree que no debería de experimentar. 

 

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