¿El estrés me destruye?

Si tenemos en cuenta los datos sobre los problemas derivados del estrés en las diferentes áreas de la vida, como el trabajo, la familia, el sustento, la vida social, la vida actual o simplemente la vida, y las consecuencias experimentadas en las personas, dolencias crónicas, afecciones diversas, adicciones, bajas laborales, desatención de responsabilidades, sufrimiento en general… es terrible, sin más. Y podríamos decir que la respuesta a la pregunta, de si el estrés destruye, es afirmativa.

Pero si tenemos en cuenta la posibilidad de que no existiera el estrés en ninguna de esas áreas, tal vez esto significaría que no habría límites para la fortaleza o la resistencia humana. Es como decir, que seríamos infinitos. ¿explotaríamos de alguna manera entonces? O ¿trabajaríamos dieciséis horas al día? ¿tendríamos una fuerza propia de súperpersonas?

Bien reflexionado, el término estrés y su relación con el sobreesfuerzo que hace una persona para adaptarse a ciertas exigencias superiores o quizá extremas, probablemente es necesario y tiene su función, más relacionada como una forma de llegar a nuestros límites, nada abrupta al menos en los inicios del proceso, pero que con el tiempo llega a colapsar el sistema. Esto nos llevaría a decir que si no existiera el estrés también nos destruiríamos y sin darnos cuenta.

La solución a este dilema está en ver que lo que nos destruye está más relacionado con:

Primero: no verlo venir. O sea, no identificar las señales internas que nos indican que nos estamos pasando, extralimitando, estresando.

Segundo: no trabajar nuestras respuestas internas para conseguir que en el día a día estén en perfecto estado de funcionamiento. Alimentarnos bien, dormir bien, mantenernos en forma, regular nuestros estados emocionales. Podríamos resumirlo como cuidar nuestra vida en aspectos básicos, como mínimo.

Tercero: no hacer nada y dejar pasar el tiempo. Ya que el tiempo no lo cura todo, pero sí lo cronifica.

Y para que no nos destruya, hay que despojar al término estrés de algo absolutamente negativo y percibirlo como uno de los grandes procesos, que a modo de indicador nos permite conocer y medir nuestras fuerzas, trabajarlas tras conocer los estresores externos y niveles de exigencias que tienen, y funcionar dentro de unos estados sostenibles para nuestro organismo.

Ciertos procesos internos adaptativos se pueden considerar incluso fenómenos positivos del estrés dado que nos proporcionan un estado funcionalmente positivo en algunos momentos y ante algunas exigencias.

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