¿Exceso de herramientas?

Hoy en día no nos podemos quejar de la falta de recursos, estrategias y herramientas para ayudarnos a manejar nuestro estrés y de su fácil acceso a través del conocimiento que nos pueden trasladar familiares, amigos, entendidos en el tema o grandes expertos en el asunto. Pese a ello, también es habitual explorarlas y probarlas y a la vez, no avanzar y sentir frustración y una sensación progresiva de que lo nuestro no tiene solución.

Es como si pretendiésemos enhebrar una aguja y entrásemos en un cuarto oscuro repleto de hilos de todos los grosores. Tal vez tuviéramos suerte o tal vez nos tirásemos horas intentándolo.

Lo que da luz y enfoca el uso de unas estrategias u otras a la hora de manejar nuestro estrés es medir bien, conocer exactamente el hueco de la aguja, conocer la personalidad de la persona, su forma de entender lo que le ocurre, su forma de padecer lo que siente, y por supuesto, conocer de dónde surge ese proceso de estrés en el que está inmersa. Solo así entenderemos qué estrategias aplican y cuáles no, y el momento adecuado en que han de usarlas.

Hay personas que tienen una elevada respuesta cognitiva que no paran de pensar constantemente y cuando intentan poner en marcha estrategias de atención plena, meditación u otras similares ponen el foco sin quererlo en esos pensamientos y ven frustrado su intento, llegando incluso a abandonar y concluir que eso no es para ellas.

Hay quienes encuentran estrategias de control del pensamiento y ven en ello una solución, cuando en el mejor de los casos es únicamente paliativo, llegando a utilizarlo como una forma de desactivarse. De esta manera acaban encontrando más una forma de huir y evitar el malestar de la activación que sienten en el cuerpo, pero en ningún caso un avance en el manejo de su proceso de estrés.

Hay personas que, aún adquiriendo la capacidad de disminuir las molestias y síntomas de la ansiedad, cronifican su incapacidad para abordarlos, enfrentarlos y superarlos.

El método no consiste en probar sino en evaluar y ajustar las herramientas. El tamaño de una llave inglesa para apretar o desapretar una tuerca, sí importa, es crucial.

Este pequeño matiz ayuda a que podamos ayudar a la persona a superar sus dificultades con el estrés y no de manera casual o temporal sino definitiva.

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