Los primeros que fueron a defender el tablero fueron los peones, era su labor, un juego bien hecho, basado en su poder para resistir. Pero la fuerza contraria rebasó esta, su capacidad para la resistencia y tuvieron que salir caballos, torres y alfiles, por orden, como corresponde para enfrentarse al enemigo. Al principio fue agotador pero esperanzador por el avance y la aparente remisión del contrario. Era cuestión de tiempo que comenzasen a caer las tropas defensivas, preparadas más para una enérgica batalla que para una larga contienda. Fue entonces cuando la reina, con todo su poder, con toda su amalgama de recursos para la supervivencia, tuvo que intervenir para no sucumbir y hacer frente a un arsenal de daños en la flota, para sobrevivir, resistir e incluso ganar. La reina, la más fuerte, la indicada para ello, la que tiene más recursos, cara a cara con el enemigo. ¿quién ganará?
Años 30 del siglo pasado, Hans Selye, médico austriaco y su Síndrome de Adaptación General, explicaba cómo el organismo pone en marcha una serie de respuestas fisiológicas ente el estrés y cómo estas, al igual que los movimientos en el tablero, se estructuran en tres fases principales. Aunque no fue el primero y aún menos el último, supuso una suerte para la investigación futura, progresivamente más rigurosa y avanzada, sobre la relación de nuestras defensas y los procesos de estrés. Y fue así como surgieron contundentes investigaciones que nos aportan la evidente enemistad entre ambos sistemas y la necesidad de tenerlo en cuenta, si queremos vivir con ese equilibrio tan potencialmente frágil en las personas.
A partir de ahí y por necesidad, se hicieron fuertes algunas investigaciones cuyas conclusiones tenemos que tener en cuenta:
1.- La realidad del estrés y las reacciones del cuerpo van más allá de tres simples fases y relacionan de manera compleja características biológicas, psicológicas y sociales.
2.- Las respuestas al estrés son individuales y por lo tanto, distintas de una persona a otra.
3.- El resultado del proceso de estrés se hace aún más complejo al añadirle a las diferencias individuales, me refiero a las distintas respuestas de cada organismo, las características del proceso según sea estrés agudo o crónico.
4.- No solo se trata de respuestas fisiológicas sino psicológicas las que se ponen en marcha en ese proceso de adaptación y que hacen del proceso de estrés toda una puesta en marcha de mecanismos que incluyen todos los aspectos de la persona y además de una forma global y en todas las direcciones.